El país tiene atención médica más barata, madres más felices, niños más inteligentes, mejores condiciones laborales, menores tasas en préstamos a estudiantes, y desempleados menos ansiosos que los estadounidenses.
Y probablemente, esto nunca va a cambiar.
En el caso de una familia, él tiene 36 días de vacaciones al año, sin incluir los feriados. Si quiere, puede dejar su trabajo para una breve pausa y volver a una posición garantizada meses después. Ella es inmigrante reciente, y mientras estuvo aprendiendo el idioma y entrenando para su primer empleo en el país, el estado le dio 700 euros al mes para vivir.
La matrícula en la universidad de su hija es gratuita; así y todo, ella sacó un préstamo para cubrir los gastos a una tasa de interés del 1%. También tienen una hija menor, y a pesar de que ambos padres trabajan, el gobierno les pagará 100 euros mensuales hasta el día en que cumpla 17 años.
Por supuesto, viven en Finlandia, hogar de saunas, de bandas metálicas extravagantes y de gente que durante décadas vienen optando por la igualdad y la seguridad, más que por ganar más dinero.
Indiscutiblemente uno de los más generosos del mundo – y con éxito – “Estados de bienestar”, el país tiene una tasa más baja de mortalidad infantil, mejores resultados escolares, y una tasa de pobreza muy por debajo de los Estados Unidos, y es el segundo país más feliz del mundo (EE.UU. no llega al top 10). Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), los finlandeses, en promedio, dan una puntuación de 8,8 en su satisfacción general con la vida. Los estadounidenses de 7,5.
El gobierno finlandés envía a cada mujer embarazada cajas del bebé, un paquete con todos los elementos esenciales para los recién nacidos: desde pañales y ropa hasta un saco de dormir pequeño. Si quiere elegir su propio ajuar, es posible optar por el valor en efectivo.
Otra historia popular es sobre el sistema educativo, que se ubica como uno de los mejores del mundo, sin pruebas estandarizadas o “de saturación” al estilo surasiático, pero con mucha personalización en el aula. Además, los estudiantes también pasan menos horas físicamente en la escuela que sus contrapartes en otros países occidentales.
El sistema de bienestar de Finlandia está conectado a su estrategia de desarrollo económico, y no ha sido seriamente cuestionado por ningún grupo político. Y así como Finlandia fue aumentando gradualmente las protecciones para los trabajadores, las familias y los pobres en la década de 1960, los estadounidenses empezaron a cansarse de la idea del “bienestar” por completo. Es más, algunos economistas sostienen que debido a todo lo que el capitalismo estadounidense contribuye a la economía mundial, países como Finlandia – amable, apacible, pero aún así ricos – pueden darse el lujo de mimar a sus ciudadanos. Y nada menos que con pañales.
La licencia por maternidad obligatoria es un tema favorito entre los progresistas de EE.UU., uno de los últimos países en la tierra que no lo tienen. El estado finlandés obliga a cuatro meses de licencia por maternidad remunerada, y además, los padres pueden compartir un período de seis meses de licencia parental adicional, con goce de sueldo. Luego de eso, los niños pueden quedarse en casa hasta la edad escolar o los padres pueden enviarlos a un centro de cuidado infantil subvencionado públicamente, con encargados ampliamente capacitados. El costo está basado en una escala móvil de acuerdo con los ingresos de la familia, pero el máximo llega a cerca de US$ 4.000 al año, comparado con US$ 10.000 para una atención comparable en los EE.UU.
Si no se puede conseguir trabajo no hay que preocuparse. El seguro de desempleo en Finlandia dura 500 días, después del cual es posible obtener un subsidio de desempleo con comprobación, por un período esencialmente indefinido. La tasa de desempleo del 8,2% es alta pero no terrible.
Además del la extremadamente económico sistema de salud universal, Finlandia ofrece compensación por los salarios que una persona haya perdido durante su ausencia laboral, y un fondo de atención especial, por si necesita tomarse tiempo libre para cuidar a sus hijos enfermos.
Parece que la gente en Finlandia es más segura y menos ansiosa que los estadounidenses, porque tienen un umbral por debajo del cual nadie cae.
Los finlandeses no siempre la pasaron bien. Durante gran parte del siglo 20, Finlandia fue agraria y subdesarrollada, con un PBI per cápita por debajo de otros países nórdicos en un 30% al 40% en 1900.
Sin embargo Finlandia tenía la ventaja de políticas culturales hacia el género. El país se enfocó en reforzar el cuidado infantil y maternal, en gran parte debido a que a comienzos del siglo 20 las mujeres estaban en el centro de la independencia y de los esfuerzos de la construcción de la nación. Las mujeres finlandesas fueron las segundas en el mundo en conseguir el voto en 1906, y estuvieron fuertemente representadas en el primer parlamento del país.
Esto permitió que, en décadas posteriores, cosas como la licencia por maternidad y las prestaciones por hijo formaran parte de la estructura de bienestar.
Los fuertes sindicatos de Finlandia sentaron las bases de la protección inicial de los trabajadores, pero el estado pronto asumió esas funciones. Hoy, aproximadamente entre el 75% y el 80% de los finlandeses son miembros de sindicatos (en los EE.UU. es alrededor del 11%), y las agrupaciones negocian los salarios y las condiciones de trabajo de grandes sectores de la población.
A medida que el país se industrializaba en la década de 1960, sus autoridades económicas adoptaron una mentalidad similar a la de los directores generales de las empresas de tecnología, con extraordinarios beneficios a los empleados como refrigerios gratuitos y servicio de masajes.
La idea era que para un país de 5 millones de personas no había muchos recursos para desperdiciar, y que, si las personas eran felices, maximizarían su ética de trabajo, y así podrían desarrollarse. La teoría del Estado de bienestar era que “cada uno debería obtener una tajada de la torta, lo necesario para hacer realidad sus proyectos de vida.”
Para 1940, el desempleo del país y el sistema de discapacidad estaban en su lugar, y las décadas siguientes vieron la expansión de las prestaciones por hijos y el seguro de salud. Mientras tanto, gracias a la fuerte tradición agraria del país, el partido que representa los intereses rurales de Finlandia impulsó, a través de subsidios, a que las madres se quedaran en casa (o en la granja, en este caso), y así la gran variedad actual de opciones de atención de bajo costo.
Con el tiempo, Finlandia fue capaz de crear su “torta” – y dar a cada uno una rebanada – en gran parte debido a los logros de las inversiones en capital humano y educación. En cierto sentido, el bienestar “funcionó”, y nunca volvieron a mirar atrás.
El rasgo es la igualdad y muy poca pobreza. La OCDE da a los EE.UU. un 10 en lo que respecta a los ingresos familiares, la puntuación más alta; Finlandia tiene solo un 3,5.
Hay algunas grandes diferencias en el estilo de vida: los finlandeses viven en casas y departamentos que son aproximadamente la mitad del tamaño de los estadounidenses; los impuestos a los ricos, como los de las ganancias de capital, son mucho más altos que los norteamericanos (de ahí el por qué los impuestos constituyen una gran parte de su PIB). Profesionales como los médicos ganan mucho menos allí, lo que ayuda a que la asistencia médica esté a un precio razonable (en su “Índice de Libertad Económica” la conservadora Heritage Foundation clasifica a Finlandia como absolutamente “estrecha” en categorías como los gastos del gobierno).
También vale la pena señalar que Finlandia tampoco es la tierra de las maravillas económicas: no está creciendo muy rápido y es probable que tenga problemas con el envejecimiento de la población en los próximos años. El Banco de Finlandia pronosticó recientemente que el país pronto podría superar el ratio deuda-PIB del 60% dispuesto por la Unión Europea, un problema común en Europa en estos días.
Algunos de los políticos más conservadores de Finlandia han sugerido reducir las prestaciones públicas como consecuencia de la crisis económica mundial, pero incluso con estos recortes, la protección social aún sería mucho más generosa que la estadounidense.
Y la redistribución económica no siempre funciona perfectamente. Algunos municipios tienen hospitales y guarderías de menor calidad, cuando se supone que deben ser casi iguales. Recientemente algunos grupos pro-empresariales han tratado de empujar al país hacia una mayor privatización, aunque los sindicatos se opusieron a las iniciativas.
En comparación con Finlandia, EE.UU. también estableció programas de contención masivos, los Medicare y Medicaid, en la década de 1960. Pero, paradójicamente, muchos estadounidenses comenzaron a desarrollar al mismo tiempo una profunda aversión a lo que ofrece el gobierno. La gente de clase media está a favor de los beneficios sociales y se considera merecedora porque trabajaron y se lo ganaron – el Medicare –, pero creen que una atención médica universal proporcionaría beneficios a otras personas que no se lo merecen.
Un contraste clave entre los dos países: Finlandia tiene gobiernos municipales mucho más poderosos que los EE.UU., que se ocupan de la ejecución de las funciones del sistema de bienestar (desde ayudar a los necesitados hasta operar las guarderías). La redistribución fiscal se complementa con subvenciones, y asegura la igualdad eliminando gran parte de los problemas en las zonas de escasos recursos. Los gastos públicos municipales son el 20% del PIB en Finlandia, pero sólo el 10% en los EE.UU.
Por otro lado, algunos economistas sostienen que la única manera en que países como Finlandia puedan ser tan pudientes y confortables, es porque países como los EE.UU. crean la tecnología que impulsa el resto del mundo – todos se benefician con los iPhones de Apple –, con enormes beneficios por el éxito, pero poca contención en caso de fallas – aunque, después de todo, Finlandia dio Nokia y el Linux de Linus Torvalds –.
Y agregan que si Estados Unidos adoptara algunos de los beneficios de peluche de Finlandia – sigue el mismo tipo de pensamiento –, la economía mundial podría reducir la velocidad. Lo finlandeses perderían las cajas del bebé y volverían a la agricultura de subsistencia.
¿Y la reforma educativa? Un experto en escolaridad dice que las escuelas finlandesas se basan en la mejora de los docentes, la limitación de las pruebas a los estudiantes al mínimo necesario, y a colocar la responsabilidad y la confianza antes que la rendición de cuentas. El modelo de “no-prueba” también tiene sentido para una cultura baja en rivalidad, con menor énfasis en la competencia.
Es cierto que los maestros finlandeses diseñan sus propios planes de estudio y no tienen que lidiar con evaluaciones de puntuación, pero los funcionarios escolares colocan a los niños y jóvenes en manos muy bien equipadas: todos los maestros tienen título en su área específica y de posgrado en educación. Y las escuelas están financiadas según las necesidades, por lo que las escuelas con más dificultades obtienen la mayor cantidad de recursos.
Pero de alguna manera, incluso la forma finlandesa de educar requiere un sistema de bienestar muy sólido. El país tiene una tasa de pobreza infantil muy baja, lo que probablemente facilita la enseñanza sin pruebas de puntuación.
Lo cierto es que si Finlandia parece tener un sistema que funciona bien en general, no es de extrañar que el sistema educativo también funcione bien.
Cuando los estadounidenses mantienen a Finlandia como modelo, sus argumentos suelen ser desestimados con hechos indiscutibles: Finlandia es de hecho mucho menor que los EE.UU., por lo que es más fácil dispensar generosos beneficios a escala nacional. También es mucho más homogénea, lo que las disputas sobre los pagos son menos frecuentes, y además está menos cargada racialmente.
Aún así, la homogeneidad es un poco exagerada. Finlandia tiene comunidades suecas y de habla rusa de gran envergadura, y los partidos políticos de tendencia derechista – que aman el Estado de bienestar – quieren detener la poca inmigración que tiene el país.
Basándose en el éxito de los gobiernos municipales de Finlandia, los estados individuales de los EE.UU. podrían concebirse como mini-Finlandias; basta con el estado de Massachusetts, que tenía un sistema integral de salud antes de que el resto de la nación. Pero la creación y aplicación de 50 redes de atención separadas requeriría un nivel de supervisión que el gobierno federal no tiene. Incluso el Obamacare fue desafiado agresivamente en los tribunales y ha enfrentado la oposición de unas dos docenas de estados.
El Estado de bienestar de Finlandia es como un “círculo virtuoso”, la cohesión social de los finlandeses lo sostiene y a su vez promueve una mayor armonía.
Pero en cierto modo, la competitividad económica de Estados Unidos enfocada en la innovación y, por otro lado, la falta de redes de seguridad, también se refuerzan entre sí.
Después de todo, la razón por la que se busca aprender acerca del “éxito escolar de Finlandia”, es porque queremos estar un paso adelante.
En: The Atlantic, julio de 2013
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