Imagínese descubrir otra Tierra. O identificar especies submarinas desconocidas. Descubrir la ruta de migración de ciertas aves. Ayudar a los ciegos a ver. Encontrar una cura para el cáncer. Demostrar la existencia de vida inteligente extraterrestre.
Estas visiones motivan a cientos de miles de personas comunes y corrientes de todas las edades, en todas partes del mundo y de todas las clases sociales, a participar en el fenómeno conocido como “ciencia ciudadana”. Además de ayudar a los científicos “reales” a recoger datos, los aficionados están cada vez mejor formados, mejor equipados y mejor preparados para contribuir a la ciencias.
En primer lugar, la ciencia ciudadana responde a la necesidad de la comunidad científica de más investigadores. Los científicos académicos reciben un ejército de voluntarios motivados que fueron entrenados en identificación de datos básica, recopilación, interpretación y análisis. Históricamente, la recolección de datos ha sido local y en persona, como el “Conteo de Pájaros de Navidad” de la Sociedad Audubon, y el exitoso “Estudio Cook Wells” de las migraciones estacionales de pájaros, un proyecto de 50 años y 6 millones de registros individuales que se remonta a la década de 1880.
SETI@home, uno de los primeros proyectos digitales de ciencia ciudadana, se basa en utilizar los tiempos inactivos de las computadoras de usuarios individuales para ejecutar búsquedas de señales de radio de comunicaciones extraterrestres. Este tipo de “computación distribuida” ha sido reemplazado por los proyectos más interactivos.
Aprovechando la ciencia masiva
El movimiento de ciencia ciudadana ha adquirido un aire más empresarial, centrado en la gente y de acceso libre. Muchos de los proyectos más populares de hoy se ejecutan “en-línea”, con voluntarios que actúan como jugadores que “ganan puntos” buscando patrones ocultos en conjuntos de datos. Estas cantidades masivas de datos en bruto son el producto de gigantes generadores de datos, como la misión de la NASA “Kepler”, la “Exploración Digital del Espacio Sloan” (Sloan Digital Sky Survey), y el “Explorador del Genoma” (Genome Browser) de la Universidad de California, Santa Cruz.
Los proyectos a menor escala pueden ser a nivel de un lago, un área de vida silvestre, una zona de trabajo, jardines, o incluso la propia casa. Parece que, para ciertas tareas, los seres humanos son los más apropiados. Nuestros cerebros pueden discernir patrones en conjuntos de datos en bruto que no son reconocidos por los algoritmos informáticos, especialmente los complejos de patrones nuevos o múltiples. Además, la colaboración a través de foros en-línea facilita la participación en el análisis y en la especulación de significados.
El agregado de elementos lúdicos en los proyectos, como premios y puntos, refuerza la motivación y el reconocimiento de los esfuerzos individuales. Yendo más lejos en la metáfora del juego, el proyecto biológico Foldit anima a los mejores a los jugadores a “ganar” herramientas para construir aminoácidos en diferentes configuraciones de proteínas plegadas.
Pero todo esto es más que diversión y juegos. Para los investigadores científicos que tienen la agenda completa con datos e investigaciones pero faltos de subvenciones y ayudantes, la disponibilidad de ciudadanos científicos motivados para hacer investigaciones locales o basadas en Internet, ha demostrado ser una alternativa eficaz y pragmática a la contratación de los asistentes graduados tradicionales e investigadores postdoctorales.
Qué obtienen los científicos aficionados haciendo ciencia
Los científicos ciudadanos se benefician de saber que ayudaron en la investigación de un campo de las ciencias que los apasiona. El Galaxy Zoo, que emplea a voluntarios para clasificar las formas y características de las galaxias, encuestó a sus miembros en 2010 y concluyó que estaban motivados por su interés en la astronomía, la satisfacción personal de hacer investigación interesante, y una sensación de asombro ante la inmensidad del espacio.
Las contribuciones de estos voluntarios pueden ser importantes como es el caso de Jaime Nomen, un cirujano dental español que utilizó las cámaras telescópicas del “Observatorio La Sagra” para identificar el ahora famoso asteroide 2012 DA14, que pasó cerca de la Tierra el 15 de febrero de 2013. Solo el 1% (de casi 1 millón) de los objetos cercanos a la Tierra son identificados y seguidos. La necesidad es más que evidente.
Hay proyectos de ciencia ciudadana para todos los gustos, y la disputa por los voluntarios es muestra el grado en que la comunidad académica ha abrazado la ciencia ciudadana. Las actividades incluyen:
- Documentar el número de patos abatidos por cazadores.
- Medir los niveles de contaminantes industriales en los suministros de agua locales.
- Monitorear los microorganismos que habitan en el propio cuerpo.
- Registrar la actividad sísmica en hogares y lugares de trabajo.
- Clasificar organismos del fondo marino no identificados.
- Monitorear los patrones locales del tráfico de automóviles.
- Mapear las conexiones de la retina para comprender los mecanismos de la vista.
- Registrar la cantidad de pistas de hielo al aire libre para corroborar los datos climáticos.
Incluso hay proyectos disponibles para monitorear la risa en los bebés o la inteligencia de los perros.
También las ciencias humanas están probando la asistencia en investigación con voluntarios. Por ejemplo, el proyecto Ancient Lives está catalogando y transcribiendo papiros egipcios escaneados en una base de datos en-línea. Zooniverse está colaborando con el Museo Imperial de Guerra de Londres para un proyecto de la Primera Guerra Mundial. Para el científico ciudadano, desde adolescente hasta jubilado, la ciencia ofrece muchas opciones y la recompensa de un posible descubrimiento.
La sociedad también se beneficia de la colaboración entre los científicos profesionales y los aficionados, y hay una demanda mundial de mayor competencia en disciplinas como ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM disciplines). Impulsados por el éxito inicial con aficionados entrenados y colmados de datos en bruto, estas son las áreas de reclutamiento más activas.
Comportamiento y metodología científica
Sin embargo, hay desafíos significativos cuando la ciencia ciudadana quiere alcanzar todo su potencial en el mundo académico y el sector privado. Con el aumento en la cantidad y en el alcance de los proyectos, surgen las preocupaciones sobre las normas de competencia, ética, evaluación y supervisión. La exactitud e integridad de los datos en proyectos de base local son difíciles de controlar. ¿No tendemos todos a pensar que nuestro bebé o perro es más inteligente que el promedio? La subjetividad en la recopilación de datos puede descarrilar el mejor de los estudios científicos, y puede ser difícil de evitar, incluso por investigadores experimentados.
Estas preocupaciones trascienden las líneas del proyecto y la solución más eficaz podría ser el entrenamiento y certificación de los voluntarios en la metodología de la investigación científica, mediante mini-cursos con participación en proyectos concretos. Coursera, Udacity y edx, líderes en el diseño de cursos en-línea abiertos y masivos, podrían ser la entrada para ofrecer formación a decenas de miles de personas.
El reclutamiento y la retención, puede facilitarse cuando los diseñadores del proyecto tienen una comprensión clara del perfil del ciudadano científico que desean atraer; algunos proyectos pueden requerir más que una formación básica, tiempo u horarios especiales, y otros recursos específicos.
Próximos pasos en la ciencia ciudadana
Abundan los signos de que la ciencia ciudadana está aquí para quedarse. Más adelante, se verá a los ciudadanos científicos abogando abiertamente por sus posiciones en ciencia y tecnología, de manera individual o mediante la acción política coordinada.
Hay que esperar un poco para la máxima emoción: la United States Rocket Academy, una empresa espacial privada que compró 10 vuelos suborbitales a XCOR Aerospace, creó “Ciudadanos en el Espacio” y está reclutando ciudadanos científicos para crear sus propios experimentos de investigación. Y más, están entrenando diez astronautas ciudadanos para realizarlos en el espacio.
De ciudadano a científico y astronauta, todo desde los humildes comienzos en el jardín observando aves, la ciencia ciudadana ha demostrado que hay poder en la cantidad y en el compromiso. Si dos cabezas piensan mejor que una, y cuatro ojos ven más que dos, entonces el fenómeno de la explosión de la ciencia ciudadana ha demostrado que cientos de miles de personas son, por lejos, lo mejor que tenemos.
En: The Futurist, agosto de 2013
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