Una nueva mirada a la identidad genética de las madres

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Desde las clases de biología hasta “CSI” se nos dice una y otra vez que nuestro genoma es el corazón de nuestra identidad. Sin embargo, para algunos de nosotros, la cosa podría ser muy diferente.


Hasta no hace mucho tiempo, los investigadores pensaban que era raro que las células de una persona sana difirieran genéticamente de manera significativa. Pero los científicos están descubriendo que –en un grado sorprendente–contenemos multitudes genéticas. Algunas personas, por ejemplo, tienen grupos de células con mutaciones que no se encuentran en el resto del cuerpo; otras tienen genomas que vienen de otras personas.
La variación en los genomas que se encuentran en una sola persona es demasiado grande para ser ignorada. Esto podría tener un tremendo impacto en la práctica de la medicina, y plantea preguntas sobre cómo los científicos forenses deben utilizar las pruebas de ADN para identificar a las personas.

Mapa humano

Cuando un óvulo y un espermatozoide combinan su ADN, el genoma que producen contiene toda la información necesaria para la construcción de un nuevo ser humano. A medida que el huevo se divide para formar un embrión, produce nuevas copias del genoma original.

Durante décadas, los genetistas han explorado cómo un embrión puede utilizar las instrucciones que hay en un solo genoma para desarrollar cada una de las partes de un nuevo cuerpo humano. También utilizan la secuenciación del genoma [proceso de laboratorio que determina la secuencia completa del ADN] para entender las variaciones genéticas que pueden aumentar el riesgo de ciertas enfermedades.
Sin embargo, todas estas pruebas de gran alcance se basan en el supuesto de que “un genoma es un genoma”. Los científicos creían que mediante análisis del genoma de las células de una parte del cuerpo, eran capaces de aprender acerca del genoma de las células de cualquier otra parte del cuerpo.

A mediados del siglo pasado, los científicos comenzaron a desconfiar de ciertos resultados. En 1953, por ejemplo, una mujer británica donó una cantidad de sangre. Resultó que parte de su sangre era del tipo 0 y algunos de tipo A. Los científicos que la estudiaron concluyeron que parte de su sangre había sido adquirida de su hermano gemelo en el útero, incluyendo el genoma de sus células sanguíneas.

Quimeras

El quimerismo, cuando un organismo contiene células derivadas de más de un cigoto distinto, durante muchos años pareció ser una rareza, pero puede ser más común de lo que pensábamos.
Los gemelos pueden terminar con un suministro mixto de la sangre cuando llegan los nutrientes en el útero a través del un solo conjunto de vasos sanguíneos. En otros casos, dos huevos fertilizados pueden fundirse juntos. Estas así llamadas “quimeras embrionarias” pueden vivir felizmente para siempre, ignorando sus orígenes.
Una mujer descubrió que era una quimera a los 52 años de edad cuando, necesitada de un trasplante de riñón, que se le hicieron estudios para encontrar un donante compatible. Los resultados indicaron que “no era la madre” de dos de sus tres hijos biológicos. Resultó que ella se había originado a partir de dos genomas: uno dio lugar a su sangre y a algunos de sus óvulos, y otros óvulos tenían un genoma separado.

De hijos a madres

Las mujeres también pueden tener genomas de sus hijos. Después del nacimiento, el bebé puede dejar algunas de sus células en el cuerpo de su madre, que pueden viajar a diferentes órganos y ser absorbidas por los tejidos. Es muy probable que cualquier mujer que haya estado embarazada sea una quimera.
Las observaciones clínicas sugieren que el embarazo proporciona protección contra el cáncer, sin embargo, los mecanismos no están claros. Las células fetales son conocidas para entrar en la circulación de la madre durante el embarazo y establecer microquimerismo.

Mientras que los científicos comienzan a buscar quimeras sistemáticamente –en lugar de esperar a que se conviertan en exámenes médicos desconcertantes– las están encontrando en muy alta proporción. En 2012, científicos canadienses realizaron autopsias a los cerebros de 59 mujeres y encontraron neuronas con cromosomas Y en el 63 por ciento de ellos. Las neuronas probablemente se desarrollan a partir de células originarias de sus hijos varones.
En The International Journal of Cancer unos científicos informaron que las células masculinas también pueden infiltrarse en el tejido mamario. Cuando buscaban cromosomas Y en muestras de tejido de mama, los encontraron en el 56% de las mujeres investigadas.

Foto: Crispin Glover, Lea Thompson y Michael J. Fox en Back to the future.

En: New York Times, septiembre de 2013

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